Esta semana es imposible no comentar sobre los sucesos del Sabado 13 de Julio, 2024 contra el candidato Republicano Donald Trump. No pienso añadir mucho al respecto pues otros han comentado de manera mucho más inteligente como este artículo de AYAAN HIRSI ALI(en inglés) que trata de explicarnos como hemos llegado a este punto. Mas bien quiero dar algunos ejemplos hispanoamericanos de hechos que cambiaron la historia política regional y como la afectaron.
En Hispanoamérica no somos ajenos a estos incidentes. Podríamos empezar con el vecino de Estados Unidos, México con el asesinato de Luis Donaldo Colosio en México en 1994 que no queda claro cuáles fueron los motivos ni quienes fueron los beneficiarios, más allá del impacto en las opciones electorales de aquella época. Está poco claro a quien perjudicó y a quien beneficio este crimen político en una época en la que existía una democracia de partido único en Mexico por la cual el presidente elegía a su sucesor, del mismo partido. Algunos dicen que esto fue el comienzo del fin de la dictadura del partido único, pero eso todavía tomó un periodo presidencial adicional para que ocurriese.
Tenemos en Colombia el caso de Luis Carlos Galán el candidato más opcionado para ganar la contienda de 1989. Aparentemente el motivo fue la posibilidad de que una vez en la Presidencia Galan tomara una política abierta a la extradición de los grandes capos de la droga como Pablo Escobar. Esto en algún momento lo confirmó John Jairo Velásquez más conocido como "Popeye", el sicario en jefe de dicho narcotraficante que estuvo preso. Como todo crimen político no fue el único motivo y la verdad quizás no se sepa jamás y aunque el crimen tuvo sus consecuencias políticas no terminó de cambiar las cosas de manera significativa.
Tampoco fue el único caso en Colombia pues hubo otros casos no tan conocidos afuera de ese país, pero quizá el caso que si tuvo una importancia muy grande para la historia de Colombia fue el de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 que dio lugar al Bogotazo y al inicio a un periodo de guerra civil de 10 años “La violencia” y que posteriormente derivo en la guerra semi permanente con la guerrilla en Colombia que casi dura hasta nuestros días, aunque esta guerra oficialmente se terminó con los acuerdos de paz que firmo el presidente Juan Manuel Santos en el 2016. En este caso las consecuencias podrían decirse que fueron de gran impacto.
En Ecuador más recientemente tenemos el asesinato de Fernando Villavicencio en el 2023 que también aparecía como ganador en las elecciones adelantadas por el llamado a Muerte Cruzada por parte de Guillermo Lasso, (mecanismo constitucional de Ecuador para disolver el congreso y llamar a elecciones anticipadas). Es cierto que ha habido indicios de que se temía mucho a que Villavicencio aplicara mano dura al correísmo y a la corrupción, pero no queda claro que se atraparon a todos los sospechosos y aunque se han atrapado cómplices y autores materiales no se han atrapado a los autores intelectuales ni se sabe si los autores intelectuales del crimen se han beneficiado o no de este crimen político.
En España el comienzo de la Guerra civil en 1936 tuvo como antecedente el asesinato de José Calvo Sotelo durante la segunda república española que ocurrió exactamente hace 88 años un 13 de julio igualmente. Un político y líder monárquico español que tuvo mucha importancia era considerado por los republicanos un líder opositor nefasto para el proyecto político de la segunda república. El pretexto de su detención era llevarlo a la Dirección General de Seguridad, pero en el trayecto, el socialista Luis Cuenca Estevas le disparó dos tiros en la nuca. Este hecho político desencadenó una guerra fratricida y cainita que duró tres años hasta 1939 y que indistintamente de los motivos y de quienes eran los buenos y los malos en esta tragedia causó medio millón de muertos y una dictadura que duró 40 años hasta bien entrado los 70’s.
Alejándonos un poco de Hispanoamérica si vamos al principio de la primera Guerra Mundial, el gatillazo de esta fue un anarquista del imperio Austro Hungaro que asesina al heredero del trono el Archiduque Franz Ferdinand y la Archiduquesa Sofia el 28 de junio de 1914. Como en otros casos no está claro si era una conjura o si era un lobo solitario el autor del crimen, lo cierto es que este hecho desata una guerra imposible en la cual se van sumando unos y otros estados al reaccionar ante este asesinato y el desmoronamiento del imperio austro Hungaro así como la activación de diferentes alianzas regionales que termina desembocando en la primera guerra moderna del siglo XX, la Gran Guerra como se le llamó originalmente. Esta guerra duró casi 5 años y reconfiguró Europa completamente con 17 millones de muertos y 25 millones de heridos a la vez que sirvió de preámbulo de la segunda guerra mundial.
Si nos adentramos en las profundidades de la historia tenemos al fin de la República Romana con el asesinato de Julio Cesar en marzo del 44 antes de Cristo por una conjura de senadores encabezados por Marco Junio Bruto un protegido de Julio Cesar que determinan imperativo acabar con su vida pues es un peligro para la democracia y la república Romana. La paradoja es que este hecho político tuvo consecuencias opuestas a las que los conjurados querían evitar pues la república desapareció y Octavio (Augusto) sobrino, heredero de Julio Cesar termina como Emperador y vemos el nacimiento del Imperio Romano. Justo lo que los conjurados querían evitar termina pasando a pesar del asesinato y quien sabe si es que reafirmando lo que tal vez no hubiera ocurrido de haberse evitado el magnicidio y se hubiesen buscado alternativas democráticas.
Cada uno de los casos mencionados, en mayor o menor medida, terminan siendo contraproducentes para los objetivos políticos de los conjurados y muchas veces, aunque como vulgarmente se dice “muerto el perro se acabó la rabia”, lo cierto es que el resultado es impredecible y tiene consecuencias contrarias a lo que se quiere evitar o que reafirman el statu quo.
Estos asesinatos ocurren porque uno de los lados o ambos son incapaces de llegar a acuerdos o tienen visiones tan diferentes que no están dispuestos a llegar a algún tipo de acuerdo o aceptación de los resultados obtenidos electoralmente si es que estos no les son favorables. El clima político se polariza y el dialogo se vuelve imposible ante la desnaturalización del que está en la oposición. Es casi imposible romper este círculo porque el lado perdedor alega que la aceptación de los resultados hace peligrar todo la institución política o el lado ganador no es lo suficientemente humilde en su triunfo y está dispuesto a ignorar el lado perdedor sin tener en consideración el otro lado del espectro político. Es un problema que existe en la democracia y esta tiene límites y tenemos que entenderlo como tal.
¿Cuál es el límite de la discusión política civilizada entonces? Pues cuando los derechos humanos de otros están en peligro, cuando un lado demanda imponer a otro la ley del embudo es decir forzar al otro lado a aceptar como correcto lo que el otro lado considere adecuado. Solo la democracia con la república y su imperio de la ley y la protección de todos sus ciudadanos es la garantía de que esto no pase. El problema es que hay un lado de la política que considera que crear derechos humanos y derechos de resultados es la solución a los problemas de política pública y por lo tanto si todo es un derecho humano entonces la pregunta es cuales son los derechos humanos fundamentales en los que tenemos que estar de acuerdo. Mientras más crezca el rol del estado en las relaciones interpersonales y en las interacciones de los ciudadanos, mucho más difícil será ponernos de acuerdo y por ende veremos más y más instancias de desacuerdo que tarde o temprano llevan a estos desacuerdos y en última instancia a conjuras o acciones de sujetos desequilibrados que se sienten llamados a corregir el estado de cosas, tal como lo visto este fin de semana. La solución ergo en la arena pública es limitar el rol del estado a las instancias en que haya un estado mínimo con derechos claros y no seudo derechos en el cual todos nos podamos poner de acuerdo. El resto es mejor dejar que los particulares resuelvan de manera libre y voluntaria a través de procesos de mercado.
La democracia no es el gobierno de la mayoría y la imposición de esta tiranía en la minoría. La democracia debería de ser ante todo una forma de trasmisión de poder pacífica que debería tener como fin la protección y el respeto de los derechos de sus ciudadanos, sin distinción de la mayoría por sobre la minoría o al revés sin atropellar los derechos de los demás.
Salir de este círculo vicioso de violencia política, cuando sucede, requiere gran madurez político de ambas partes para llegar a algún tipo de acuerdo o la guerra civil y la intolerancia se desata. Sería muy triste que esto sucediera en la democracia más antigua de los tiempos modernos, y la más exitosa de lejos, pero es imposible no creer posible temer este escenario a menos que alguno de los bandos políticos ceda, la ciudadanía abrumadoramente rechace esta violencia y/o la providencia intervenga.
Muy buen artículo .