Flexibilidad y cambio
La persistencia de la inflexibilidad regulatoria en Hispanoamérica

Recuerdo hace casi veinte años haber escuchado una conferencia de un economista argentino-chileno, José Luis Daza, ahora viceministro de Economía en el Gobierno de Javier Milei, sobre como las regulaciones económicas eran un problema para la flexibilidad. Cuando hay mayor flexibilidad en una economía esta se adapta fácilmente a los cambios que ocurren en el mercado. Esta capacidad para adaptarse a los cambios da como resultado en que cuando las condiciones del mercado cambian repentinamente, más allá de las pérdidas que eso puede generar, la flexibilidad se vuelve indispensable en el sector privado para cambiar el giro del negocio y reinvertir los recursos de una manera más eficiente y productiva y dejar de hacer todo aquello que se vuelve obsoleto.
Recordaba esta idea viendo las noticias sobre la gran corrida que se dio en los mercados financieros cuando una empresa China de tecnología saco al mercado un nuevo modelo de inteligencia artificial DeepSeek, o BúsquedaProfunda. Lo interesante, es que pudimos ver en tiempo real como se desplomaba la bolsa y se reorganizaban los recursos ante lo que se consideraba ahora obsoleto de la noche a la mañana, más allá de las inmensas pérdidas que se produjeron en cuestión de horas por la entrada de un modelo de inteligencia artificial que rompe el mercado, dominado por grandes empresas de tecnología como Microsoft, Nvidia, OpenAI. Es muy pronto para saber si al final será así como lo han hecho los desarrolladores de DeepSeek, con procesadores menos potentes, o procesadores de uso común, pero con modelos de inteligencia artificial más eficientes y no lo que venían haciendo con procesadores de alta gama como los que produce Nvidia, usando los LLM (Modelos Grandes de Lenguaje) de Microsoft u OpenAI, con inversiones multimillonarias y usando la fuerza bruta que ofrecen estos procesadores, para lograr avances en inteligencia artificial.
De ser verdad lo logrado, es un gran ejemplo de cómo, en un mercado abierto, nadie tiene el monopolio por más que se cuente con mucho capital económico o político. Es una indicación también de que lo mejor que se puede hacer en estos casos es dejar que el mercado actúe y que más bien sean los participantes particulares del mismo, quienes tomen el riesgo de perder, pero también las probabilidades de ganancia de estas grandes inversiones. En manos de un gobierno habrían simple y llanamente sido una irrecuperable pérdida que pagaríamos todos los ciudadanos via más impuestos o inflación. Este fenómeno no es nada nuevo en el campo de la tecnología, la historia de los últimos 50 años está llena de estos ejemplos de caídas espectaculares de alternativas que parecían invencibles o de mejor calidad y que de la noche a la mañana fueron superadas por productos más económicos o mejores. Recordemos que ahí están las guerras de las tecnologías como el Betamax contra el VHS, el Blackberry contra el iPhone y los teléfonos Android; Netscape contra Internet Explorer; Yahoo search vs Google Search o Chrome vs Internet explore; AOL, Hotmail contra Gmail; MySpace vs Facebook; una variedad de productos tecnológicos que han cambiado nuestra vida tal como la conocemos y que dejaron a sus principales rivales en el olvido. No es un problema exclusivo de estos últimos años de desarrollo tecnológico acelerado, es un problema que se dio en otros momentos a principios de siglo entre el vehículo eléctrico y el de combustión interna (triunfó el diesel y la gasolina) y que ahora estamos en su segunda iteración en la última década donde parecería que el eléctrico podría ganar esta ronda. Este último ejemplo nos muestra también que a veces las ideas, que antes parecían superadas vuelven al ruedo cuando la tecnología y el conocimiento de estas ha mejorado. No necesariamente tampoco sucede por superioridad tecnológica, pues puede ser resultado de otras consideraciones como una mayor preocupación por el medio ambiente e incluso por razones sentimentales, como el regreso de los discos de vinilo que están desplazando al CD, DVD y al streaming, sin aparentemente ninguna mejora en la tecnología, pero si con una renovada apreciación y nostalgia por la fidelidad sonora de las tecnologías analógicas. Otra tecnología con tendencias retro es la desaparición de los libros en papel desplazados por los e-books que son más convenientes dado que no ocupan espacio y se pueden cargar miles de libros electrónicos en un dispositivo del tamaño de una libreta de apuntes. Sin embargo, de esta aparente comodidad hay un renovado interés por los libros en papel, no solo por cuestiones nostálgicas, sino también por temas relacionadas a la libertad de expresión, la posibilidad de poder ser dueño y no arrendatario de algo que no puede ser cambiado remotamente o alterado después de ser adquirido.
El devenir de nuestra civilización a veces implica estos aparentes retrocesos tecnológicos, no todo lo nuevo es mejor que lo de antes, pero tampoco todo lo anterior fue mejor que lo presente. Ambas son posturas miopes, pues el progreso tiene eso, a veces se toman decisiones, caminos y atajos que no necesariamente nos llevan a una mejor calidad de vida y corresponde entonces hacer una reevaluación y tal vez regresar a lo anterior. Para que esto ocurra y se pueda avanzar o desandar lo logrado y regresar es importante que los países cuenten con poca regulación. La excesiva regulación lo que logra es precisamente evitar que estos caminos recorridos puedan ser desandados o incluso cuando haya cambios repentinos o inesperados sea casi imposible adaptarse a las nuevas condiciones del mercado. Ese es el dilema que los países enfrentan, mayor regulación es igual a una menor capacidad de adaptación. Menor capacidad de adaptación a lo que lleva es a la pobreza y a las grandes pérdidas que no se pueden recuperar o que las termina asumiendo el gobierno, que a cuenta de “proteger” a los ciudadanos terminan causándole más daño al no permitir que se den los ajustes.
En el caso de Hispanoamérica tal vez ese ha sido el mayor problema a la hora de participar en el desarrollo mundial, las economías están en constante movimiento y sin embargo cuando llegan los cambios repentinos nuestra región ha sido muy lerda y lenta para adaptarse. En algunos casos, como lo decía en mi artículo anterior, en vez de remar con la corriente ante los cambios de tendencias hemos seguido remando a contracorriente, eligiendo a políticos que ofrecen atajos al desarrollo, no adaptando nuestras economías a los cambios e incluso eligiendo a quienes ofrecen dejar las cosas tal como eran antes. Lo único que hemos logrado es empobrecernos y estancarnos cuando hemos contado con todas las oportunidades para aprovechar los nuevos desafíos que se nos han presentado.
Si no me cree, solo piense en sus propios antepasados, si tiene por afición investigar su arbol genealógico familiar muchos tenemos un alto componente de emigrantes de Europa, Asia o Africa, más allá del sustrato típico de las Américas de tener un 30% o más de antepasados aborígenes. Unos tendrán más o menos de una u otro origen étnico, pero al final del día eso no importa, no nos hace menos o más el tener uno u otro antecedente. Sin embargo, si vale la pena preguntarse por qué nuestros antepasados arribaron a las Américas y muchos incluso hicieron grandes fortunas o lograron grandes capitales y hoy por qué seguimos eligiendo a gobiernos que solo han traído atraso y miseria y que han destruido las oportunidades que ofreció nuestra región a nuestros antepasados. Hoy muchos en muchos de nuestros países dedican su tiempo a buscar antepasados a través de investigaciones genealógicas o exámenes de ADN para probar que tenemos derecho a pasaportes de otros países de donde vinieron nuestros antepasados y que ahora están en mejor situación que la de nuestros países. Que fue lo que cambio en nuestra región, que pasó de ser una tierra mítica y prometedora que atrajo a nuestros antepasados a emigrar a nuestra región a ser una región en la cual muchos hacen sacrificios inmensos para buscar antepasados extranjeros o para simple y sencillamente migrar a pie o atravesando el Tapón del Darien, desiertos inclementes o el Rio Grande y arriesgar la vida para emigrar a otros lados donde las cosas están mejor.
Buscar antepasados es una actividad divertida que nos ayuda a conocer nuestra historia personal, y tener pasaportes adicionales es un seguro indispensable para poder escapar estas malas políticas que nuestros conciudadanos toman y que nos impelen a buscar, a emigrar a otras regiones para buscar el florecimiento humano. Es importante que reflexionemos en cuales son las condiciones del desarrollo y cuáles son los valores que debemos de rescatar de nuestra cultura a la vez que debemos de buscar activamente que nuestra región mejore y que nos despojemos de las taras que nos hunden en el subdesarrollo. La búsqueda del florecimiento humano debe de incluir la flexibilización de las condiciones institucionales del desarrollo (menos regulación, más apertura) y como ciudadanos debemos de mejorar ese ambiente al elegir mejor, pero también a entender cuáles son los pilares de ese florecimiento humano y hay que hacerlo ya pues hay una aceleración global del cambio debido a las disrupciones de la tecnología e interconexión, gracias al internet; a una mayor movilidad humana en comparación a la que nuestros ancestros tuvieron acceso y los cambios seguirán y serán más intensos que lo que hemos visto. No podemos darnos el lujo de no adaptarnos a los cambios y seguir a la cola del desarrollo económico debido a la inflexibilidad regulatoria de Hispanoamérica. Los países desarrollados son países que gracias a la poca regulación y ante cambios en el mercado pueden evolucionar muy rápido y eso les ha permitido aprovechar al máximo las oportunidades que presentan dichos cambios.
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